Lo
del cambio climático va más en serio de lo que parece: aquello del “seguro de
sol” de Tenerife pertenece ya casi a otra época. Los Rodeos nos recibió con
lluvia y la mantuvo tres días, para dar lugar a otros cuatro de viento más que
suave y menos que recio, desde luego constante; vimos el sol, pero los
pantalones cortos se quedaron en la maleta y la chaqueta antiviento nos
acompañó a todas partes. El acceso al Teide estaba cerrado por hielo en la
carretera, particularmente desde el sur, nevó en Güimar. En fin, otra vez será.
De
modo que, desafiando -es un decir, más bien soportando- a la lluvia nos fuimos
al norte, a Taganana y, como podéis ver, valió la pena: el paisaje es
sobrecogedor y la vegetación exuberante.
Hay
un bonito y cómodo paseo entre Las Caletillas y La Candelaria; allá fuimos a
rendir pleitesía a los Menceyes guanches: imponentes estas nueve esculturas, os
dejo una muestra.
Camino
de Garachico vimos el Teide con su precioso manto blanco, impresionante como
siempre.
Pese
a la meteorología adversa, Canarias me sigue encantando. Volveremos, seguro.
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Panorámica de La Laguna (a la derecha) a la Punta de Anaga, hacia la izquierda, desde Las Mercedes. |
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Dura orografía hacia en el norte de la isla, vamos a El Bailadero... |
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... y descendemos a Taganana, que nos recibe con viento, lluvia y escasa visibilidad. |
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Nos despide, sin embargo, con un precioso cielo azul. |
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Auditorio de Santa Cruz. |
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Tegueste |
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Pelinor |
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Bencomo |
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La Candelaria |
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Camino de Garachico. |
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El padre Teide, grandioso. Tras los árboles, el Valle de la Orotava. |
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Garachico |
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Amanece en Las Caletillas. |
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