Xorroxin
De
buena mañana, con una temperatura y ambiente ideales (0º C, sin viento) y una
visible helada en los praderíos de los alrededores, nos hemos acercado hasta
Erratzu, una de las localidades que forman el Valle del Baztán, cuya
cabecera y ayuntamiento se hallan en Elizondo.
Caminamos
por una pista asfaltada hasta Gorostapolo; justo a la entrada del pueblo se
encuentra la Nahigabeetako Amabirginaren Ermita (ermita de la Virgen de la
Soledad); allí comienza una calzada enlosada que nos lleva a la orilla de la
regata de Iñarbegi, uno de los manantiales del río Bidasoa, que cruzamos
cómodamente por un puente.
Nos
vamos adentrando por un húmedo aunque bien marcado sendero, jalonado de
castaños y alguna que otra haya. En un determinado momento, cuando ya oímos
rugir la cascada, el camino termina abruptamente: hay que cruzar la regata;
unos descalzos, otros con la ayuda de los bastones y otros en puro equilibrio
(somos cuatro) sorteamos la corriente saltando sobre las inestables piedras; no
hubo que lamentar heridos. Estamos justo al pie de la impresionante y caudalosa
cascada, en medio de un ambiente muy frío y húmedo y sobre un suelo abundante en
musgos, líquenes y helechos.
Tras
las fotos, volvemos dando un pequeño rodeo, disfrutando del paisaje y del sol
que se ha adueñado ya por completo del valle y de los prados, entre amagos de discusiones
filosóficas y fieras críticas al gobierno, a la oposición y a los aspirantes…,
¡hay para todos!
Nota: si
alguna vez acudís al precioso lugar, cosa que os recomiendo vivamente, unos metros
antes del forzoso cruce a pie de la regata, sale un camino por la izquierda que,
cómodamente, aunque con precaución, os evitará mojaros los pies, pese a que
avisa de que “por allí no es”…
La helada se deja sentir... |
El sol comienza a abrirse paso en el valle. |
Gorostapolo (ya de regreso por distinto camino). |
Lleno por completo de chuletas... |
Nuestro amigo Alkurruntz |
Precioso retablo de la iglesia de Erratzu, muy bien cuidada y esmeradamente limpia. |
Infernuko Errota
Un
corto y cómodo recorrido nos lleva por un camino en el que las hayas y los
castaños apenas dejan pasar la escasa luz solar en esta época del año; sendero
de brujas, lamias, agotes y duendes, cargado de magia, que nos acerca, no sin antes
encajonarse y hacerse más estrecho a medida que toma altura respecto de la
regata del Infierno, de la que discurre paralelo a partir de Etxebetxekoborda
(con frontón, una pequeña piscifactoría y restaurante), al Infernuko Errota,
que surge repentinamente colgado unos metros bajo nuestro sendero.
Completamente
restaurado y en uso, sirvió como infraestructura a la que los habitantes de los
pueblos vecinos del valle acudían para conseguir harina de maíz, al tiempo que
traían a pastar su ganado a los verdes prados de los alrededores, a hacer
carbón y a recoger madera.
A
partir de los años 70, ya en desuso, el molino se hallaba muy deteriorado; la
familia propietaria del restaurante, con ayuda del Príncipe de Viana, lo
restauró en los 90.
Antxon contempla el desarrollo en superficie de la raíz del haya. |
Vamos por el buen camino... |
Interior del molino (gentileza de Josean, a mí me la jugó el flash). |
Justo antes del molino |
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