domingo, 1 de julio de 2012

Monasterio de Veruela (Zaragoza): 29.JUN.2012


Hemos visitado, fotografiado y expuesto aquí lo más granado de las iglesias y monasterios al este y al oeste de Estella; nuestra “base de operaciones” se encuentra en Eulz. Nos resta el sur, ya que también hemos mostrado el nacimiento del río Urederra y algún detalle de los alrededores del Balcón de Pilatos por el norte. Pero antes de poder ocuparnos de ese sur “pendiente”, ha surgido una excursión montañera al Moncayo, a cuyo regreso casi no quedaba otro remedio que unas cervezas frescas literalmente a la puerta del monasterio. Tras el merecido refresco y descanso, entramos...
Veruela se halla situada en un pequeño valle formado por el río Huecha, que nace cerca del monasterio, protegidos ambos -valle y monasterio- por la gran mole del Moncayo.
En 1145 se documenta la donación del lugar para erigir un cenobio cisterciense. Estas fundaciones -tres en Zaragoza: Veruela, Rueda y Piedra- aportaron, además de nuevos valores religiosos y espirituales, otros de tipo político-económicas: los monjes organizaban sus abadías como verdaderos focos de repoblación de zonas despobladas, mediante la roturación de las tierras, o en territorios defensivo-fronterizos, como es el caso.
La construcción estaba en 1171 lista para ser ocupada por la comunidad. Las obras de la iglesia duraron 250 años. El templo es sobrio, sin apenas adornos pero de calidad y proporciones catedralicias.
El elevado beneficio que producía el monasterio y la abundante y creciente comunidad de frailes permitieron mejorar y ampliar la fábrica monástica.
Tras la desamortización de Mendizábal (1835) el monasterio fue abandonando, comenzando una tremenda decadencia. Sucesivas intervenciones institucionales retomaron la conservación y restauración del monasterio. En la actualidad la Diputación de Zaragoza es su propietaria y potencia tanto la restauración como las actividades culturales.

El monasterio, de planta hexagonal irregular, se encuentra amurallado. El torreón de entrada es medieval. La fachada es una portada abocinada románica; encima, un conjunto de arquillos de medio punto; en el centro de estos un crismón; corona el conjunto un gran óculo con una celosía calada, que ilumina la nave central. A la izquierda se alza la torre de Santiago (s. XVI y XVII).
El claustro se halla en el centro de monasterio y distribuye los accesos a sus distintas partes. Es gótico levantino y fue reconstruido después de la Guerra de los dos Pedros, durante la que las tropas castellanas arrasaron esta parte del cenobio (1366) [debieron ser los mismos castellanos que quemaron la iglesia de Villatuerta...]. Está decorado con sencillas especies vegetales que, como en un jardín, ocupan una posición determinada en el claustro.
La iglesia se estructura en tres naves cubiertas con crucería simple gótica y una cabecera muy desarrollada con girola y cinco absidiolos cubiertos con bóveda de cuarto de esfera de tradición románica. Las obras comenzaron por el presbiterio y consta documentalmente que sus altares fueron bendecidos entre 1168 y 1182, retrasándose la consagración del mayor a 1248. En 1249 la mayor parte de templo ya se había erigido. En el amplio altar se venera a Nuestra Señora de Veruela, talla de madera policromada de finales del s. XV. En el tramo central del crucero y talladas en alabastro blanco, se disponen nueve lápidas funerarias decoradas con el báculo, símbolo de los abades.

Desnudez formal no significa pobreza. Los monasterios cistercienses tienen los muros completamente lisos pero conforman espacios de una belleza singular, impactante en su propia sobriedad. Si bien San Bernardo clamaba contra el lujo excesivo de los cluniacenses (Los muros de la iglesia están cubiertos de oro, pero los hijos de la iglesia están desnudos), no renunció a emplear en sus edificaciones piedra de calidad y bien trabajada, ni a contar con buenos artífices que llevaran a cabo un plan monástico donde estaba estudiado hasta el último detalle: en pro de la funcionalidad y también de la armonía y la belleza.
Si algo destaca en Veruela es el perfecto equilibrio de las proporciones, cuidado hasta el milímetro en todas sus estancias. Puro ritmo, pura armonía matemática en la que nada desentona ni chirría. Todo está perfectamente calculado a partir de unos pocos módulos básicos: los que hay grabados en la denominada “piedra de mesura”, que se conserva junto al acceso a la sala capitular, bajo el primer arco de la derecha. Sobre estas sencillas medidas se calcularon todos los elementos del monasterio: desde la anchura de los vanos y columnas del claustro hasta la altura de las naves de la iglesia, desde el grosor de los muros a la luz de los arcos. Matemática esencial.












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