El
convento de Santo Domingo fue construido a instancias del rey navarro Teobaldo
II, obteniendo los permisos tanto de los Dominicos -que lo gobernarían- como
del Papa Alejandro IV, en el Capítulo General de la Orden celebrado en Toulouse
en el año 1258. La obra comenzó en 1260 y en cuatro años estaba prácticamente
acabado y ocupado.
Carlos
II el Noble hizo importantes obras, adaptando dentro del convento una
residencia, que se terminó de construir en 1422.
Pese
a que tuvo épocas de dificultad económica, el convento, con el impulso de la
monarquía tuvo gran importancia; en su interior se desarrollaron dieciséis
capítulos generales de la Orden y varias reuniones de las Cortes Generales de
Navarra. En líneas generales fue uno de los conventos más ricos de España.
En
el s. XIX, en 1809, debido a la guerra de la Independencia, la comunidad hubo
de abandonar el convento, no pudiendo volver hasta 1814. Idéntica situación se
produjo entre 1821 y 1823. Con la desamortización de Mendizábal, en 1839 el
lugar quedó abandonado. En 1962 se realizaron obras de construcción,
retomándose temporalmente la actividad entre 1965 y 1970.
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