A la vista de las previsiones de bonanza meteorológica, decidimos Álvaro y yo echar una ojeada a la rasa mareal y a los espectaculares acantilados -flysch- entre Zumaia y Deba. Escasos 14 kilómetros, un par de “puertos” casi puntuables y un conjunto paisajístico de chuparse los dedos; a más, a más, una mañana espectacular y algunas nubes por el oeste que ayudaron a realzar el paisaje.
Antxon nos acercó amablemente en coche hasta la ermita de San Telmo (9 de la mañana), y nos acompañó en la primera hora de recorrido (Galarreta?).
Un pequeño y primer error: la hoja con la descripción del recorrido decidió quedarse en casa; esto, y un poste indicador derribado de raíz en el punto crítico del itinerario, contribuyeron al fracaso -parcial- de la excursión…
Pues bien, llegados al barrio de Elorriaga, sin un motivo razonable, ni siquiera conocido, abandonamos la marca roja y blanca que tan confortablemente nos traía, por la amarilla, es decir: pasamos a seguir el recorrido del Camino de Santiago (modalidad Costa), estupendamente asfaltado, que nos llevaba hacia Itziar. Lo abandonamos instintivamente, pero no a tiempo de evitar llegar a estar [tres infinitivos casi seguidos, ¿puede ser esto?] sobre la gasolinera de la autopista: la mezcla de asfalto y ruido era simplemente un infierno para nuestros pies y oídos (para los míos también). Preguntamos (¿aun a tiempo?) y resultó que nos habíamos saltado lo esencial del camino: las rasas mareales de Sakoneta y Mendata, vamos, las verdaderas joyas de la corona.
Momento pues crítico, este: estábamos a una hora de Deba…: por lo cual decidimos volver a nuestro origen, ¡PERO!, siguiendo el GR-121 y sus cómodas marcas rojas y blancas -a veces muy muy desdibujadas- que podíamos fácilmente retomar, es decir, acercarnos al máximo al borde del mar.
Realmente fue una decisión sabia: Sakoneta es sencillamente espectacular y justifica sobradamente el “exceso de kilometraje”, como podéis contemplar aquí abajo.
Un mantenido repecho nos devuelve al collado de Etarte, desde el que bajamos a Zumaia, pasando por los verticales y muy vistosos taludes rocosos de punta Mariatón.
A las 16:30 tomábamos el tren de regreso a Donosti; las teóricas cuatro horas se habían convertido en prácticamente siete; estábamos saludablemente cansados pero habíamos aprendido en detalle el precioso y recomendable camino entre Zumaia y Deba. ¡Volveremos!
Rasa mareal de Sakoneta (y las restantes ) |
Aunque lo parezca, NO ES la curvatura de la tierra, es la lente. Al fonso el cabo Matxitxako. |
Buen trabajo Jesús.
ResponderEliminarUn placer verte por estás lides.
Creo que tengo una brújula por algún lado, je, je, je.
Un abrazo,
¡Y yo!, y GPS Agus, pero es que donde no hay mata no hay patata...; ¡como coja al que tiró el poste!
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