Este
templo, consagrado en 1114, conserva muestras románicas de gran interés pese a
sus muchas reformas postmedievales. La galería porticada es la parte más destacada,
levantada seguramente un siglo después de erigirse la iglesia y retocada con posterioridad,
lo que explica sus irregularidades. Esta galería se construye en forma de L, discurre
por el costado norte, donde quedan algunos canecillos-testigo, y por el lado
occidental. Más tarde se desmontó el lado norte, abriéndose al sur, como es
habitual, pero se mantuvo la parte oeste de la galería y, por tanto, la forma
de L de la que hoy solo se conservan dos arcos.
Merece
la pena detenerse en contemplar la decoración de capiteles y canecillos.
La
torre, del s. XVII, y la cabecera y sacristía, ambas de tipo gótico,
construidas en el s. XVIII. Conforman el templo actual. La portada tiene
especial interés y en ella destacan cuatro capiteles historiados y otras tantas
arquivoltas decoradas geométricamente.
Coronando
el antecuerpo de dicha portada, se encuentra una inscripción fundacional que
indica el año de construcción del templo, que no de la galería, y de su
artífice -arquitecto diríamos hoy-, de extraño nombre: Subpinarus. Dicha inscripción
se refiere probablemente a la primera fase del edificio, a la que no pertenecen
la decoración románica que hoy vemos.
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