CASTRILLO DE LOS POLVAZARES
Continuamos en plena Maragatería: sin salir del término municipal de Astorga, a unos siete kilómetros siguiendo el Camino de Santiago llegado a la encantadora localidad de Castrillo de los Polvazares, característica por sus casas de piedra rojiza y sus calles totalmente empedradas. El agua cae sin parar y corre por las calles con absoluta libertad.
En los tiempos en que las mercancías eran trasladas desde las costas gallegas a ambas mesetas por arrieros maragatos, existían en esta comarca lo que hoy denominaríamos centros logísticos, nodos, de las amplias redes comerciales que movían pescado en salazón, aceite, pimentón, vinos, cecina, chocolate, dulces y otros bienes. El ferrocarril, que llegó a Astorga desde Palencia en 1866 daría al traste con esta actividad, provocado la decadencia de la comarca.
Las casas están acondicionadas en base al modo de vida, con dos grandes actividades de sus moradores: labradores y arrieros. Estas últimas suelen constar de grandes portones para los carros, patios interiores, almacenes, cuadras y bodegas.
El hispanista Richard Ford (1796-1858) escribiría de los arrieros maragatos:
Hay una clase de arrieros muy poco conocida de los viajeros europeos: los maragatos, cuyo centro está situado en San Román, cerca de Astorga; ellos, al igual que los judíos y los gitanos, viven exclusivamente entre los suyos, conservan sus trajes primitivos y nunca se casan fuera de su región.
Son tan nómadas y errantes como los beduinos, sin más diferencia que llevan mulas en vez de camellos (…) cobran caro, pero su honradez compensa este defecto, pues puede confiárseles oro molido.
Dos últimas notas: el famoso cocido maragato se elabora con garbanzos de una variedad autóctona denominada Garbanzo Pico de Pardal; Castrillo fue declarado conjunto histórico-artístico en 1980.
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