Madrugando
un poco para no contribuir a llenar un lugar tan concurrido como el Peine del
Viento, hasta allí me he llegado poco después de la pleamar (07:44) cuando he
visto en Internet que la cosa estaba movidilla (últimos coletazos del último
temporal); apenas cuatro personas allí, yo incluido; mi barrio prácticamente desierto.
La luz de
primera hora de la mañana, particularmente con un cielo absolutamente azul
sobre la ciudad, consigue que el granito luzca lo suyo y que el agua produzca reflejos
inesperados.
Espectacular!!!!!!!
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ResponderEliminarGracias, Julián.
Es el final de una de las borrascas que nos han ido visitando, tiene ya poca fuerza...; la ventaja está en la limpieza del cielo: hace un día espectacular... ¡para estar en casa!