Al
fin llegamos a Zamora -capital-: vecina histórica, para mí desconocida. Llegamos
desde Toro y continuamos en línea prácticamente recta hasta la catedral, no sin
antes 'deshacernos' del coche. A derecha e izquierda no pasan 100 metros sin
que una iglesia románica, un edificio modernista, un palacio, una escultura,
etc., nos asombren: el románico lo domina todo en la ciudad.
Pasamos
la tarde bajando despacio hacia el enorme Duero, observando y admirando la
monumental ciudad, que se prepara para una procesión, a sabiendas de que nos
estamos dejando mucho por ver, lo cual espero que sea suficiente motivo para
volver tanto a la ciudad como al resto de la provincia. El sabor de boca de
esta primera "toma de contacto" ha sido excelente.
Como
siempre, en Internet tenéis abundante información respecto de Zamora y su
provincia.
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